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La eyaculación precoz es un problema que tiene solución, sí, pero para solucionarlo es importante empezar aceptando que estamos frente a un problema:
pararse, respirar, entender en qué consiste, cómo solucionarlo y ponerse manos a la obra.

La industria del cine, la literatura, la publicidad… dirigen nuestras cabezas hacia cómo tenemos que ser y las metas a alcanzar. En relación con el sexo, el bombardeo constante sobre cómo tenemos que relacionarnos y sentir, cómo tiene que ser nuestro desempeño sexual para que sea “perfecto”, genera una cantidad de expectativas que luego es imposible cumplir.

La eyaculación precoz es un ejemplo de ello. Ejemplo de que la ansiedad, el miedo a no estar a la altura, las expectativas sobre cómo ser un buen amante, etc, suelen jugar malas pasadas. Aparte de esto, también hay que tener en cuenta los malos hábitos que, a base de repetirlos, acaban por generar problemas.

Cuando el hombre eyacula demasiado rápido y de forma incontrolada, tiende a poner en marcha una serie de mecanismos para que esto no vuelva a pasar que no suelen ser efectivos, agravando el problema y generando con ello ansiedad y mucha frustración.

Primera reflexión importante: no se puede pretender controlar de forma voluntaria un comportamiento que es espontáneo. Y esto es extensible al resto de problemas sexuales. El sexo, como la alimentación o la respiración, se encuentra entre la voluntad y la espontaneidad. El comportamiento sexual está fuertemente exigido por la naturaleza y cuando interferimos para conseguir algo voluntariamente, se produce el cortocircuito.

Normalmente el hombre que eyacula muy rápido, tiende a buscar soluciones que no son efectivas, del tipo:

  • pensar en otras cosas que no tengan que ver con la relación sexual, para bajar el nivel de excitación.
  • masturbarse antes de la relación sexual.
  • disculparse ante la pareja cuando sucede, poniendo excusas, “echando balones fuera”, etc.

Son soluciones equivocadas porque a través de ellas se está forzando algo que no es natural. La eyaculación no tiene tanto que ver con lo excitado que se siente uno, con lo que le guste la otra persona (que no tiene nada que ver con que alguna vez “las ganas” te lleven a eyacular demasiado rápido…) sino con el “no controlar”. Precisamente cuando estás muy presente, muy conectado con la pareja, pendiente de tu cuerpo y de tus sensaciones, abierto, relajado… Es cuando más controlas, porque estás dejando actuar a la naturaleza y tú no interfieres.

¿Eso quiere decir que un hombre no puede retrasar o adelantar el momento de correrse para acompasarse con la pareja? No, no quiere decir eso. Por supuesto que puede manejar sus tiempos, pero desde la relajación y conexión con la otra persona. La base de una buena acción es una previa relajación. En cuanto entran los juicios, te paras a pensar en lo que estás haciendo, desconectas de la persona que tienes delante, te fuerzas (que no “esfuerzas”) en hacer algo, la cabeza te traiciona y te lleva a no tener el control sobre tu cuerpo.

Para trabajar el problema en una primera fase, lo primero que tienes que hacer es tomar conciencia de lo que te pasa. Asúmelo con deportividad y reconoce que tienes un problema. Sin más. Respira hondo y habla con tu pareja (si la tienes, claro): ¿Está hablado y asumido? ¿Os vais a ayudar? Perfecto, pues entonces poned en práctica la siguiente tarea:

En tu próxima relación sexual tienes que eyacular lo antes posible. Poner toda la atención en ello. No, no me he equivocado, has leído bien: oblígate a eyacular lo más rápido que puedas. Elimina los juegos previos y realiza la penetración. Entonces eyaculas cuanto antes y te relajas. A continuación, tras ese período de relajación, tienes que tener una segunda relación sexual y observar qué pasa en esta segunda relación. 

Entre la primera relación sexual y la segunda, puedes dar placer a tu pareja, es decir, procurar que llegue al orgasmo mediante masturbación o sexo oral, como quieras, pero que disfrute. Como más os apetezca. De esta forma tu pareja disfruta, no te sientes culpable por “tu problemilla” y tu tensión baja, cosa que ayudará mucho en esa segunda relación sexual que llega a continuación. 😉

Aparte de esta tarea parejil, también tienes tarea para tus momentos íntimos a solas: cuando te masturbes, trata de retrasar el momento de la eyaculación. La búsqueda del placer de forma casi inmediata, hace que apenas dediques un rato a esa masturbación y creas el hábito de ir muy rápido, lo que va a repercutir en tus relaciones sexuales con pareja. Reserva un rato, tómate tu tiempo, saborea la experiencia, presta atención a tu cuerpo y las sensaciones que experimentas… Nuevamente te digo: conectándote con las sensaciones, aprenderás más de ti, te relajarás mejor y podrás entregarte a la pareja sin tanta presión.

Si sigues estas recomendaciones, seguramente te darás cuenta enseguida de que el problema pierde importancia y pasan cosas que no te esperabas. A veces la solución está más cerca de lo que nos imaginamos y no somos capaces de verlo. Observa qué pasa tras la segunda relación sexual.

Como es natural, muchos hombres con eyaculación precoz necesitan atención personalizada, porque el problema está muy arraigado y es difícil solucionarlo sólo con leer estas palabras. Estas líneas son una guía para que tomes conciencia del problema, te plantees qué está pasando, para que no tengas miedo a abordarlo y sientas la seguridad de que puedes solucionarlo. Aquí tienes las claves sobre cómo hacerle frente. La práctica depende de ti. Y de tu pareja también, por supuesto. Si hay pareja, ésta es muy importante para ayudar en la “curación”.

  • Comprensión y apoyo. Dar calor y cariño es importante. Decirle a tu chico que el problema se va a solucionar y que tú vas a ayudar en ese proceso, puede ser el primer gran paso para que bajen su ansiedad y su miedo a fallarte.
  • Desdramatizar. En realidad, no es tan grave. Si se le presta la atención necesaria y se trabaja para solucionarlo, no hay por qué darle demasiada importancia.
  • Humor. Es una manera de “quitar hierro” al asunto y de bajar los niveles de tensión.
  • Cero exigencia. Esperar demasiado del otro y, además, manifestarlo es un error. Con ello llevamos a la pareja al bloqueo.

La eyaculación precoz es esa bestia negra en la sexualidad masculina que genera estrés, indefensión, inseguridad… Sí, es cierto. Pero también lo es que tiene solución, así que ¡a por ello!

P.D- Si tienes dudas, escríbelas en los comentarios del post y yo iré respondiendo. Puedes escribir tus sensaciones, lo que ha ido pasando tras esa segunda relación sexual… Aprovecha y experimenta. ¡Ánimo y a currar!

2 comentarios

  1. Buenas Lorena, con una amante que tuve primero tuve una eyaculación precoz (eyaculé muy rápido) y luego a la segunda me dio un gatillazo por la ansiedad… No volví a ver a esa chica aunque quedamos bien, fue un lío de una noche. Desde entonces no me ha vuelto a pasar, ese encuentro con aquella chica fue breve pero placentero (al menos para mí), ¿Debería estar preocupado? De vez en cuando me viene a la memoria…

    1. Para nada! Preocupaciones a la basura. Si tuviste una experiencia agradable, pese a las dificultades, quédate con eso. Lo importante es lo que vives en este momento, con esta relación. Lo que pasó, queda ahí sumando experiencia.

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