Cómo avivar el deseo: parte II

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Allá vamos con la segunda parte del post sobre ideas que nos pueden ayudar a darle un poco de viveza a esas relaciones de pareja que se han instalado en la rutina del día a día. Repito que para presumir de relación de pareja sana y potente, hay que currárselo. Los años de relación pesan, los gustos archiconocidos de nuestro partenaire  ya no son novedad y hay un punto de relajación que hace que cada día entremos en la dejadez más tediosa y letal para mantener viva la chispa.

Es cierto que todas estas pinceladas están repletas de lugares comunes, de un montón de obviedades que hemos oído hasta la saciedad. Esos eternos “consejos prácticos”, y sí, ¡¡sí!! A todo SÍ! pero… ¿Lo ponemos en práctica? ¿Nos da por darle un vuelco a la rutina y hacer cosas algo diferentes? La cuestión es si eso que hemos oído mil veces se nos ocurre llevarlo a la práctica o nos vence la pereza. ¡Pues eso!

Que si lo haces puedes conseguir reforzadores cambios que le den una brisilla de aire fresco a la relación. Redescubre, busca, rasca… Cambia un poquillo el chip.

  • No apagues la luz. Despierta los sentidos redescubriendo el cuerpo de tu pareja. Mira a los ojos, no mecanices los movimientos. Lo que sabes que le gusta funciona, sí, pero repetir el patrón también aburre. Cambia algo y será un encuentro sexual diferente. Déjate ver. Entrega el desnudo total y conecta con  tu pareja a través de la mirada.
  • Sube el tono de las palabras. El lenguaje ayuda. Palabras “subidas de tono” son un potente afrodisíaco. Claro que si nunca habéis jugado con las palabras, no procede que un día le sueltes alguna burrada en plena faena, pero sí puedes lanzarte a hablar del tema algún día: “podríamos probar” “sería gracioso”… En fin, cada cual sabe cómo tiene que abordar a su pareja. Como dije en el capítulo de las fantasías, lo que se dice en ese contexto concreto de excitación forma parte de un juego privado que no tiene que ver con la vida cotidiana. En el sexo todo lo que está consentido por los miembros que participan, vale. No hay cosas malas o buenas, sino lo que gusta o lo que no gusta. Sin prejuzgar. Lo que te gusta oír en la cama no tiene por qué corresponderse con tus gustos fuera de ella. Deja a un lado los prejuicios y pega el salto en dirección del disfrute total.
  • “El día del otro”. Este juego es bien sencillo y muy efectivo también. El plan sexual de un día concreto lo dedicas a la pareja. A hacer lo que te pida, lo que más le guste, lo que más le apetezca en ese momento concreto. Es decir, tú das a tope y satisfaces sus deseos. Y otro día, por supuesto, ¡te toca a ti! Puede ser que pidas lo que te apetece o puede ser que lo dejes en manos de tu pareja y sea él/ella quien decida lo que te va a hacer.
  • Probar cosas nuevas. A veces se acierta y otras no, pero dejarse llevar un poco también tiene su morbo. Esto no quiere decir que te pliegues a los deseos de tu pareja sí o sí, pero hacer el esfuerzo de probar algo diferente o complacer un gusto concreto de tu chico/a puede tener ese punto aventurero que coloree un poco la relación sexual. Quién sabe, igual te encanta y te aficionas… Abre las compuertas y déjate sorprender.

Como ves, a veces cambiando un solo paso, se pueden lograr muchos otros cambios. Porque lo que nos encadena en lo cotidiano es hacer siempre lo mismo. Se trata de variar en algo. Y hablar. Hablar mucho con la pareja. No dejar pasar los días sin aclarar lo que uno desea, quiere probar o necesita cambiar. Hay mucho por experimentar y no se necesitan grandes cambios para conseguir reavivar el interés.

Estas son ideas basiquísimas (¡no creo ni que exista esta palabra!), pero con lo que sabes de tu pareja y lo que aportes de tu propia cosecha, seguro que puedes marcarte una pincelada que oxigene tu día a día parejil. 

¡¡Besos mil!! ( y sin haberlo preparado, me ha salido un pareado…)

 

 

 

 

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