RECONNECTING #5. La imagen corporal

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Como comenté en el artículo sobre rescatar la sensualidad, la imagen corporal es un punto importantísimo que trabajar, pues infinidad de personas se sienten disconformes con sus propios cuerpos y durante el encuentro sexual se cohíben, de manera que esto dificulta la apertura, el relax y la desinhibición necesarias para completar relaciones sexuales absolutamente placenteras.

Todos nos enfrentamos a imágenes poco realistas y distorsionadas sobre los cánones de belleza que se imponen en la sociedad. Modelazos de cuerpos -para muchas personas inalcanzables- que se consideran lo normal y lo deseable y que convierten los cuerpos que poseemos la mayoría, en castañas pilongas. Esta sensación de no llegar ni de lejos a los cánones establecidos, suele llevar a la frustración, vergüenza y recatamiento en la parcela más íntima de la pareja.

La presión mediática sobre el cuerpo femenino, excesivamente observado y analizado por la sociedad occidental moderna, lleva a infinidad de mujeres a cuestionarse, a criticarse y fustigarse por ser como son. Y aunque los hombres también tienen sus complejos, suelen preocuparse más por su rendimiento que por la imagen corporal.

De manera que cuanto más preocupados estemos, peor será el rendimiento en la cama y, como comentaba en el anterior post, una de las consecuencias de estar “en la cabeza” durante la relación sexual es que la respuesta sexual no se manifiesta en todo su posible esplendor: si huelo raro, si se me nota la celulitis o la tripa, si tardo demasiado en llegar al orgasmo, etc. Llevar este tipo de preocupaciones (y otras muchas) al “momento sexo”, nos recorta enormemente la capacidad que todos tenemos para disfrutar. Si te pones en “modo espectador” (conoces bien esta sensación ¿verdad?) durante tu encuentro sexual, estarás evaluando desde fuera cómo va la cosa, por lo que no la disfrutarás plenamente.

Estamos el momento perfecto para empezar a solucionarlo ya que nos quedan pocas semanas de confinamiento, con sus horas por delante. El objetivo es alinear mente y cuerpo, de manera que ambas no vayan por separado. ¿Recuerdas lo que dije sobre el aquí y ahora? Pues de eso se trata. De que en el “aquí” de tu momento erótico, tu mente y tu cuerpo vayan a una y que la mente no se disperse. Sólo sentir. Por supuesto hay que practicar, porque no es fácil, pero tampoco imposible.

  • Elimina el diálogo interno negativo. Esto te impide ocupar el espacio sensual que mereces, así que cada vez que te hables a ti misma/o en este tono tan despectivo, cambia el tercio y piensa en todo lo contrario. ¿No te gustas? Pues no resaltes lo que no te gusta, sino algo que no esté del todo mal. Lo hay, y lo sabes… 👈🏼 Habla contigo, contradiciendo lo que normalmente piensas, y hazlo hasta que te acostumbres a decirte alguna cosita medianamente agradable. Lleva su tiempo, no creas. Entrena estas dos últimas semanas de confinamiento.
  • Cuando tu pareja te suelte un piropo, de esos que no te crees ni por asomo, no se lo niegues, ni digas eso de “anda ya” o “sí, seguro” o vainas de esas desautorizadoras. Te callas y te lo crees y hasta le echas una sonrisilla picaruela (recuerda: estás en modo entrenamiento).
  • Reflexiona sobre como te relacionas a solas con tu propio placer y cómo lo haces en pareja. Qué es lo que te cuesta, qué te gustaría lograr, si pudieras decirle algo a tu pareja sobre cómo te sientes con respecto a tu cuerpo (me cuesta que me mires los genitales, que me veas el culo, siento que tengo los pechos caídos…) ¿Qué sería?
  • Reflexiona también acerca de cómo te sientes con tu propio cuerpo y cómo te gustaría sentirte y si puedes hacer algo para cambiar esa situación. ¿Puedes? Hazlo. ¿No puedes? Acéptalo. Sobre la aceptación podría escribir un post entero, pues es uno de los trabajos más importantes y necesarios del ser humano. Aceptar lo que no puedes cambiar. Tras la aceptación sobrevienen los cambios que te harán sentir mucho mejor contigo mismo/a. De entrada, dejar de juzgarte y firmar la paz contigo mismo/a, (que no es moco de pavo…)
  • Cada vez que salgas de la ducha, mírate al espejo y échate una buena dosis de crema o aceite que te resulten agradables. Sigue mirándote mientras lo haces. Ese es tu cuerpo, eres tú en estado puro. Date un gusto y valórate.

Y como ejercicio de final de confinamiento, te propongo que hagas un juego con tu pareja, estéis juntos o a distancia.  Si os da mucho corte podéis escribirlo, pero si lo podéis hablar, mejor que mejor. Cada uno tiene que confesar una dificultad que tiene a la hora de tener relaciones sexuales, pero con uno mismo, no con el otro. Es decir, no vale comentarle que no te gusta su forma de hacer algo. No. Es algo personal que te cuesta de ti mismo/a: tenso las piernas cuando te acercas a mi sexo porque me da mucha vergüenza que lo veas, me cuesta ponerme de pie desnudo completamente y que me mires, etc.

Cada uno de vosotros confiesa una “debilidad” y en la siguiente vez que hagáis el amor, tenéis que enfrentaros a una de esas debilidades.  Es decir, dejar que te mire completamente desnudo/a unos segundos, acercarse a tus genitales y mirarlos otros dos segundos y así cada vez que hagáis el amor, hasta que hayáis completado la lista. En cada ocasión UNA (sólo una) de las debilidades por persona. Intercambiáis debilidades, os comprendéis, os decís algo bonito sobre ellas y os echáis unas risas. Es un ejercicio enormemente liberador.  

Y me contáis. Quiero mails.

Besacos a tutiplén. Ya queda menos. ¡A por ello!

4 comentarios

  1. Me gusta que hagas hincapié en lo de la aceptación personal y que digas que podrías escribir un post entero sobre ese tema. Si empre he dicho que lo pondría ese tema como una asignatura obligatoria en los colegios durante la infancia.

    Creo que este post puede ayudar a muchas personad. Gracias

  2. ¡Y que lo digas, Luis! Si alguno de mis alumnos, máxime adolescentes, por el motivo que fuere, me preguntara sobre sexo, le recomendaría este blog y todo lo concerniente a nuestra admiradísima Lorena. Quienes la seguimos desde nuestra infanciadolescente, sabemos que sus presentes-artículos son clasecillas magistrales de obligada lectura para poder lograr una vida sexual plena.

    Conforme transcurren los años, uno se va dando cuenta de que en el fondo es un «analfabeto sexual». Practicamos sin escudriñar la teoría como Dios manda. Y todo empieza por aceptar… y aceptarnos. Este artículo es para leer y releer, y no concibo mejor imagen de «aceptación corporal» que esa escena de la maravillosa «Frankie y Johnny», que figura entre mis «Películas de Amor (con Mayúscula)». Un Amor con sus luces y sus sombras. Un Amor Auténtico. Un Amor Maduro. Una película teatral memorable por las prodigiosas interpretaciones de Michelle Pfeiffer y Al Pacino, ambos en estado de gracia, pero sobre todo por el magnífico guion del prestigioso dramaturgo Terrence McNally (en Paz descanse), víctima reciente del coronavirus. Obra recomendadísima. Lástima que esté tan infravalorada y no comparta merecida y meritoria cartelera con «El diario de Noa», «Noviembre dulce», «Bajo la misma estrella», «Algo para recordar», «Cuando Harry encontró a Sally», «Casablanca», «Vacaciones en Roma», etcétera.

    ¡Bravo, Lorena, por la masterclass y por reivindicar esta delicia audiovisual!

    ¡SaLuz para todos!

    Ernest

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